Entrenamiento - Chikara Takeshi

La mañana era tranquila, soleada, y el mensajero habia llegado a primera hora -casi demasiado temprano, si no se estaba acostumbrado a madrugar- con un mensaje para Takeshi. Estaba sellado, con la marca del Primer Escuadrón, del despacho del Comandante General, un sello raro de ver, que delataba la importancia del mensaje.

Se lo entregó sin ceremonia, y se marchó, dejando tras de si el leve rastro de reiatsu de un shunpou.

En su interior, se detallaba poco más que unas simples instrucciones sobre donde dirigirse para una evaluación especial de sus habilidades. El lugar elegido no era sino una montaña proxima, a las afueras del Seireitei, una zona poco conocida y hace años abandonada. Segun las instrucciones, encontraría un sendero de piedra que le llevaría hasta las ruinas de un antiguo santuario.

Allí se encontraría con su "examinador".

Takeshi se revolvió sobre su futon, soñaba que una muchacha peliazul le atizaba en la cabeza con una botella vacía de sake una y otra vez. Abrió los ojos con lentitud y descubrió el por qué de aquella “pesadilla”, estaban llamando a la puerta.

-Ya va… - dijo con la voz algo ronca mientras se masajeaba la sien y se incorporaba con pesadez.
Alzó una ceja al ver al mensajero y se extrañó que la gente madrugara tanto para trabajar. Cogió el mensaje lacrado y apenas tuvo tiempo de hacer un ademan de despedida ya que el mensajero se había marchado con un shunpou. Arrugó la nariz al ver el sello que tenía el mensaje.

-Vaya, parece que la mañana empieza interesante…- leyó el mensaje detenidamente un par de veces. Cuando terminó se aseó y preparó para la ocasión.

Con un suspiro triste por no haber tomado su primer café del día, marchó a donde le indicó el mensaje y listo para lo que pudiera suceder allí… o eso creía.

En la montaña soplaba un aire fresco, relajante, que llenaba los pulmones y mecía las hojas aun algo húmedas de rocío. Desde aquella altura de la montaña se podía ver con claridad el Sereitei, sus edificios y los escuadrones, y más abajo, el Rukongai, rodeándolo, abrazándolo como si intentase tragárselo.

Y allí arriba, en la explanada, sentado sobre una amplia roca, una figura de anchas espaldas, y de musculatura prácticamente el doble que Takeshi esperaba mirando al horizonte. Un palo de dangou entre sus dientes, y un Haori de Capitan a sus hombros le hacían fácilmente reconocible: el Comandante General del Seireitei, Mitsurugi Renjiro.

Se levantó al oír los pasos del joven, golpeando suavemente sus muslos y estirándose, casi como un oso, girándose hacia él con expresión dubitativa, frotándose el mentón cubierto de barba, dejando que su pelo ondease a la suave brisa unos segundos.

- ¿Tu eres el chico nuevo?

No había hablado en un tono amenazador, pero su voz, un trueno en aquella calma, resonaba con una fuerza y un poder incomparables, que hizo salir volando un grupo de pájaros de un árbol cercano. Solamente pensar en como debía ser aquella bestia cuando se enfadase resultaba intimidarte de por si.

- En fin, contra antes empecemos, antes acabaremos. Acercate.

Volvió a sentarse, ahora de cara a él, con las manos en las rodillas y mirándolo expectante.

Llegó a la explanada de la montaña sin problemas, cuando vio el paisaje que le ofrecía la altura donde se encontraba, silbo de expectación. Cuando se fijó en la explanada, vio a aquel hombre enorme, que hizo que pensarse que hacia tal mazacote en el primer escuadrón y no en el 11º, que es donde se veía más ese tipo de hombres fuertes y grandotes.

- ¿Tu eres el chico nuevo?

Parpadeo un poco antes de responder, pero cuando se disponía hacerlo, habló de nuevo.

- En fin, contra antes empecemos, antes acabaremos. Acercate.
Sin dudarlo se acercó hasta él y ladeo la cabeza un tanto extrañado.

-Dígame comandante, ¿De qué trata la “evaluación especial” exactamente?

Permaneció de pie esperando una respuesta.

Frunció el ceño mirando al muchacho, rascándose la barba y crujiéndose el cuello levemente. Le observó unos segundos, suspirando después y negando con la cabeza.

- Supongo que últimamente, en la Academia, están bastante... laxos en lo que a disciplina y protocolo se refiere...

Se encogió de hombros y le volvió a mirar, levantándose y mirándole desde sus más de dos metros cuarenta de altura, mientras cruzaba los brazos. Ya que parecía que el muchacho quería ir al grano, pues al grano iría.

- ¿Sabes porque te he hecho venir? Estás aquí porque despertaste el interés de tus examinadores... vieron potencial en ti, vieron un diamante en bruto, y en la situación en la que se encuentra el Seireitei tras la ultima guerra con Hueco Mundo, necesitamos gente como tu... gente que pueda coger la bandera de los que perdimos.

Le observó, dándole unos segundos, por si quería asumirlo o solamente contestar, antes de continuar hablando.

- Esto no es ninguna “evaluación especial”. Esto es una prueba que solo se hace a los que tienen el potencial de ser los mejores. Una prueba donde se pone a prueba tu voluntad. Así que dime... ¿Tienes la voluntad para llegar a lo mas alto? ¿O he perdido el tiempo llamándote hasta aquí?