Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ...::: De paseo por el Escuadrón 13º:::...Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

Se había echado una buena siesta bajo la sombra de un árbol con su ropa a modo de colchón, así que estaba completamente descansada. Sus largos cabellos blancos lucían sueltos y despeinados mientras sus claros ojillos azules observaban todo con curiosidad. Se aburría en el 11º viendo a los nuevos, por lo que había decidido irse de excursión y ¿Dónde mejor que al Escuadrón 13º? Seguro que allí encontraba algo de conversación.

Traspasó las puertas que daban acceso al enorme recinto y caminó hacia la fuente. El sonido del aire moviendo los cerezos y del agua de la fuente fluir y caer constantemente era relajante... En su jardín podía sentir la misma paz aunque en verdad muy pocas veces ¿Cuanto tiempo tenía de tranquilidad allí? Muy poco, demasiado poco en verdad.

-¿Habrá alguien?- se preguntó tranquilamente mientras colocaba las manos en sus caderas. No es muy alta y su aspecto era tremendamente infantil, sobretodo por el rostro aniñado y travieso que tenía... Quizá por eso y por sus prontos la tomaran a risa cuando intentaba ser seria con la familia. Quizá debería sacar su mal genio más a menudo.

Continuó el camino hasta las puertas del Escuadrón, donde se detuvo con los brazos cruzados. le preguntaría a alguien, pero eso le quitaría sorpresa y gracia al asunto. ogió aire tras sonreír traviesamente, se colocó las manitas a los lados de sus labios y se dispuso a gritar.

-¡¡¡¡Zen-utrioooooooooo!!!!-

Tras haber terminado el papeleo de la mañana y soportando la modorra posterior a la comida, el capitán se mantenía despierto tocando en su guitarra española suaves acordes mientras tomaba sus siempre presentes regalices, no tras otro, de los cuales aparentemente no tenian fin.

Largo rato pasó desde que se quedase apoltronado en un pequeño sofá de su cuarto aun con la guitarra en las manos mientras entonaba las pocas melodías que conocía, hasta que llegó el momento inesperado.

- ¡¡¡Zen-utrioooooooooo!!! - la voz resonó en todo el escuadrón al haberlo soltado a grito pelado en la entrada. La mayoria de los shinigamis que allí se encontraban se alteraron de diferentes maneras, sobre todo mirando extrañanamente a la visita que allí se encontraba. Zen, por su parte, salió de sus propios pensamientos al oirlo, parpadeando un par de veces para asimilarlo correctamente y marcandose una pequeña vena en su sien. Ya sabía quien era, y no solo por la voz precisamente. Aquel tipo de "alusión" a su persona le sacaba un poco de quicio.

- ¿A caso no sabes que gritar en lugar de trabajo es de mala educación? - comentó acompañandolo con un suspiro en cuanto se asomó por la puerta que daba al pasillo principal. Aunque aquellos motes sonasen tan mal, como sabia que no lo hacía con mala intención siempre se lo perdonaba, claro que el aprovechaba para meterse con sus modales cada vez que lo hacia con el mismo ímpetu con la idea de que alguna vez dejase de llamarle de aquellas maneras. - Anda, no te quedes ahi parada - y le hizo señales con la mano para que entrase en sus aposentos, a ver que razón la habia llevado a aquel lugar precisamente.

-¿A caso no sabes que gritar en lugar de trabajo es de mala educación?- pese a que era un pequeño regaño hacia la gatita, ella no pudo evitar sonreír tan traviesa como siempre, reclinándose ligeramente hacia delante. No podía evitarlo, gastaba todas sus energías en aquellos momentos en los que no estaba trabajando o en su casa aguantando ser una princesita ¡No le gustaba! -Anda, no te quedes ahi parada- aquello hizo que soltara una risita y corrió rápidamente a lanzarse sobre el Capitán, rodeándole con brazos y piernas. La verdad es que incluso así era un mosquito, apenas pesaba.

-¡Ya estabas tardando! Pensaba que iba a tener que utilizar mi técnica de los adorables ojos gatunos llorosos- rioó alegremente, balanceando las piernecitas con tranquilidad -Y sé lo que es la educación, pero bastante tengo que tener en casa como para encima tenerla aquí... Como tenga que pasarme el día con cara de acelga ¡me volveré rancia!- le sacó la lengua traviesamente antes de besar su mejilla, apretandose contra él como una niña chica. Pese a que su aspecto había cambiado en los últimos años de una niña a una adolescente, su manera de comportarse con los conocidos era la misma que entoncen; no pensaba en las posibles consecuencias que aquel cambio podría tener en los demás.

Se bajó tranquilamente de encima del Capitán y se recolocó la chapita que llevaba atada al brazo, desnudo, ya que llevaba el haori de hombreras, que era mucho más cómodo.

-¿Me invitas a tomar algo? Es que tengo algo de sed por el calor.

No se esperaba que lo hiciese tan de buenas a primeras, asi que el que se le echase encima le pillo un poco por sorpresa, aunqeu la costumbre hizo que la sujetase suavementecon un brazo por la espalda para que no se cayese mientras el evitaba hacerlo por la inercia.

- Yo no tardo, eres tu la impaciente - y aprovechó la ocasion para darla un leve capón - y sobre educación... tampoco te pido formalidades, solo un poco de disceción, que hay shinigamis durmiendo y esas cosas - pues el respetaba la siesta de sus hombres, ya que shinigamis descansados significaba shinigamis a pleno potencial en cuanto se despertasen.

- ¿Me invitas a tomar algo? Es que tengo algo de sed por el calor - dijo la muchacha en cuanto se bajó de encima del moreno, que la miraba resignado asu comportamiento infantil. Si en tantos siglos no había cambiado... dudaba que empezase ahora.

- Ya sabes que siempre tengo algo para las visitas. Ni que fuese un desconocido, oye - se hizo le ofendido, pasando de nuevo a la habitación, esperando que ella pasase para cerrar la puerta y evitar "molestias" al y procedentes del exterior.

- Jo, pero yo pregunto antes de nada, ya lo sabes- pasó detrás de él tranquilamente, como siempre. le gustaba pasar tiempo con sus amigos y Zen era uno de ellos, por mucho que a vecese se esforzara en molestarle. pero sino ¿Cómo iba a conseguir que la hiciera algo de caso?

Tranquilamente se quitó el haori, dejándolo sobre una silla, quedando con una sencilla y cómoda camiseta de tirantes en un llamativo rosa fucsia. Una vez así se estiró largamente, emitiendo un pequeño maullidito incluso, una costumbre que se le había quedado debido a su costumbre de permanecer en forma felina más tiempo de lo que alguien consideraría normal. Pero le encantaba acurrucarse bajo el sombrero de Zen o en lugares calentitos como el escote de las Capitanas más dotadas... quizá esto último fuera signo de la falta de calor maternal que ha sufrido en su vida.

-¿Sabes? luego me voy a acercar a ver las tumbas de Shiro y Sano... Hace lo menos una semana que no em paso a dejarles flores.

- Ya sabes que todo el mundo es bienvenido, aunque no le conozca mucho, asi que... - se encogió levemente de hombros, caminando hacia el kotatsu - que prefieres ¿té?, ¿sake? - rió suavemente, no era muy normal que el sacase el sake a esas horas pero dado qeu tenía visita no iba a andarse con remilgos.

- ¿Sabes? luego me voy a acercar a ver las tumbas de Shiro y Sano... Hace lo menos una semana que no em paso a dejarles flores.

- Muy bien, aunque creo que no se van a mover mucho de donde estan, asi que tampoco creo que sea necesario ir tan a menudo, Ryo. Con una vez al mes creo que es suficiente, ¿no? - bromeó en primera instancia, terminando con cierta incertidumbre. No tenía nadie lo suficientemente cercano en una tumba, y tampoco sabía exactamente si existía algun "orden preestablecido" para visitar a los muertos - Pero bueno... si tampoco te cuesta nada - rió suavemente, alzando levemente el sombrero mientras acercaba vasos, esperando la respuesta a sobre que tomar.

- Muy bien, aunque creo que no se van a mover mucho de donde estan, asi que tampoco creo que sea necesario ir tan a menudo, Ryo. Con una vez al mes creo que es suficiente, ¿no? Pero bueno... si tampoco te cuesta nada - aunque al principio el tono era parecido al que se usaba cuando estaba de broma, durante un instante le vio reflexionar. Sonrió dulce y tomó asiento, cruzando sus piernas y reclinandose hacia delante.

-A estas horas dame un poco de té... el sake lo dejo para las noches- rio suavemente. Le encantaba el sake y lo cierto era que su cuerpo toleraba muy bien el alcohol, así que solía beber bastante cuando salía con sus compañeros. Pero al menos era lo suficientemente responsable como para no beber en horas de trabajo -No sé cuantas veces hay que ir a visitar las tumbas, pero... me gusta ir a menudo y contarles lo que he hecho... Así, estén donde estén, sabrán que les sigo observando

Se estiró largamente mientras esperaba el té y observó a Zen, con la cabeza ladeadita y mordiéndose el labio inferior. Había algo en él que le gustaba mucho, pero nunca se atrevía a decirlo ¿Quién iba a fijarse en una chica de 500 años con cuerpo de adolescente y un comportamiento extremadamente infantil? Cierto era que cuando quería ser seria daba un miedo terrible y razonaba como cualquiera de su edad... pero le parecçia tremendamente aburrido ir con cara de acelga por ahí.

-Oye, Zen, por cierto... ¿Cómo está Zan-chan? Hace mucho que no la veo.

- Que sea té pues - asintió, volviendose para calentar el agua en un pequeño hornillo que tenia junto a la pared para esos casos mientras escuchaba tranquilamente las palabras de su joven amiga, joven, porque la diferencia de mas de 700 años era tangible, y no precisamente en comportamiento.

- No sé cuantas veces hay que ir a visitar las tumbas, pero... me gusta ir a menudo y contarles lo que he hecho... Así, estén donde estén, sabrán que les sigo observando.

- Yo lo pregunté por eso, pero claro, si te gusta mantenerles informados es lo mas normal querer ir cuanto mas mejor - sonrió al voltearse ya con el te reposando en la tetera que sostenia entre las manos, posandola sobre un paño entre ambas tazas para que finalizase la apertura de las hierbas para que tuviese un buen sabor.

-Oye, Zen, por cierto... ¿Cómo está Zan-chan? Hace mucho que no la veo.

- ¡Ah! Estupendamente, sigue con la tienda, y cada vez la amplia más. Hace poco me comentó que iba a hacer no-se-qué de peinar cuando me trajo la última tirada de regalices y chucherias - rió suavemente. Siempre se preocupaba de su hermana, pero preocuparse por mas de un milenio no tenía sentido, y eso lo descubrió a los pocos siglos de separarse del hogar. Por ello dejaba a su hermana trabajar en lo que quería, aunque normalmente no entendiese exactamente el "a qué" se refería en cada momento.

-¡Que guay! Tengo que pasarme un día a verla, que la echo mucho de menos- asintió la muchacha tranquilamente, con una amplísima sonrisa dibujada en los labios y con los ojillos entrecerrados. la verdad es que apreciaba enormemente a los mellizos, además de que Zan había sido siempre una buena confidente y una mejor amiga.

Se reclinó ligeramente hacia delante, a la espera del té, olisqueando el ambiente un poco, una manía que se le había quedado de sus transformaciones gatunas.

-¡Ah! Por cierto, vamos a organizar una fiesta en el escuadrón y me ha dicho el capitán que ponga carteles por todos los Escuadrones para que os deis todos por invitados. Yo te lo digo ya directamente y ya vendré a traer el cartel cuando lo tenga ¿vale? ¡Ah! Es informal, así que puedes ir vestido como quieras, en el 11 no somos mucho de ir de punta en blanco- dijo la muchacha, entre pequeñas risitas -Y menos mal, porque solo me faltaria ir en fiestas asi con el traje imperial ¡Moriría asada y sin una gota de sake en el cuerpo!

- ¿Una fiesta? Estupendo, asi desconecto un poco, que últimamente esto esta aburrido - rió suavemente, sirviendo el té finalmente reposo el mínimo tiempo necesario, primero en la taza de ella y luego en la propia, dejando la tetera con cuidado en su posición inicial - Si fueses con ese traje dudo que llegases. Con la cantidad de tela que llevarías encima no podrías ni caminar - soltó una pequeña carcajada, dando un primer trago a su té tras "marearlo" levemente ne la taza, suspirando despues por el calor que desprendía la bebida aún.

- Por cierto... - pronunció despues de ausentar su mente por un instante - ¿Como van las cosas con los nuevos? A mi todo esto me pilla muy lejos al estar en el escuadrón mas apartado - rió nuevamente, alzando levemente el sombrero y descubriendo un poco mas sus ojos carmesí.

-Si fueses con ese traje dudo que llegases. Con la cantidad de tela que llevarías encima no podrías ni caminar- dijo Zen tras servir el té y darle él un sorbo. Ryo hinchó los mofletes mientras daba vueltas al suyo, mirando a Zen de reojo.

-Pues que sepas que me queda muy bien y que estoy para comerme- dijo muy digna ella. Cierto era que el traje no le gustaba nada y que evotaba por todos los medios tener que ir con él a las fiestas formales o a las reuniones importantes que tenían que ver con el clan, pero con él tenía un aspecto inocente y dulce que era dificil de conseguir cuando iba a su aire.

-Por cierto... ¿Como van las cosas con los nuevos? A mi todo esto me pilla muy lejos al estar en el escuadrón mas apartado- aquella pregunta la sacó de sus pensamientos. Se llevó la taza a los labios y dio un pequeño sorbo, paladeando el té antes de contestar.

-Pues he conocido a la Capitana del Escuadrón de Castigo y no está mal, parece maja- asintió suavemente, sonriendo -. Es muy alta, más que Nari-chan de hecho, y creo que le ha gustado mi Capi porque ha estado roja todo el rato cuando ha ido a vernos.

- Pues que sepas que me queda muy bien y que estoy para comerme -dijo con un tono de dignidad y altivez como ningun otro.

- Pues cómete, nadie te lo impide - bromeó soltando una nueva carcajada - Nah, ahora en serio. Ya se que es muy bonito y esas cosas, pero también es cierto que son kilos y kilos de telas que deben ser un engorro hasta simplemente para caminar - asintió levemente con los ojos cerrados, con un alto grado de convencimiento.

- Pues he conocido a la Capitana del Escuadrón de Castigo y no está mal, parece maja - asintió suavemente, sonriendo - Es muy alta, más que Nari-chan de hecho, y creo que le ha gustado mi Capi porque ha estado roja todo el rato cuando ha ido a vernos.

- Espero conocer a los que me faltan cuando se haga al fiesta, que por cierto, cuando tengas el cartel ponlo en la entrada, alli hay un tablon con todas las cosas del escuadrón - dijo rememorando lo de las invitaciónes y demás, para que no se leolvidase avisarla - Y en cuanto si a esa chica le gusta tu capitán... deja de cotillear, ¿vale? No querrás convertirte en una maruja - bromeó y rió nuevamente, dando un lento y largo trago a su té, cuyo calor le despertaba el cuerpo de su ensoñamiento y modorra a causa de la hora que era aun.

- Espero conocer a los que me faltan cuando se haga al fiesta, que por cierto, cuando tengas el cartel ponlo en la entrada, alli hay un tablon con todas las cosas del escuadrón - dijo Zen. La muchachita bebió tranquilamente, asintiendo a sus palabras. El té le sentaba bien a aquellas horas.

-Vale, tranquilo, en cuanto lo tenga yo vengo y lo pongo alí para que tus chicos se enteren. Tú ven guapo ¡eh? sino te corro a collejas- bromeó, entrecerrando sus claros ojillos al hacerlo. La verdad es que, para ella, siempre estaba guapo.

- Y en cuanto si a esa chica le gusta tu capitán... deja de cotillear, ¿vale? No querrás convertirte en una maruja - rió al escucharle, estirándose largamente y emitiendo un leve maullidito al hacerlo.

-¡Ey! No es cotillear, es mantenerse informada de lo que ocurre. Imagina que me entero de que a alguna lagarta le gusta el mismo que a mi... Pues oye, quiero saber quien es mi rival y esforzarme con las armas de mujer que tengo- dijo, asintiendo firmemente. La verdad es que tener tenía pocas. De mujer tan solo tenía el aspecto (piel nívea y suave, algunas curvitas marcadas, unos pechos acorde con su estatura, quizá un poco más prominentes, y un culillo respingón que la hacía de lo más infantil), pero su comportamiento era el de cualquiera del once (malhablada, poco femenina, peleona, temperamental,...)

- ¡Oye! - enarcó ambas cejas, haciendose el enfadado - Si es informal yo ire como me salga del pié - y se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado, altivo, disimulando ofensa y altivez.

- ¡Ey! No es cotillear, es mantenerse informada de lo que ocurre. Imagina que me entero de que a alguna lagarta le gusta el mismo que a mi... Pues oye, quiero saber quien es mi rival y esforzarme con las armas de mujer que tengo -

- Ya, bueno... llámalo como te de la gana, pero eso lo hacen las cotillas - movió la mano desentendiendose. El nunca se había preocupado de la vida privada de cada porque, total, para algo existe eso de "privada" y no quería violar la intimidad de sus allegados o incluso de los que no lo fuesen - Ademas... no sabía que te gustase nadie - añadió levemente sorprendido, pues conociendose desde hace tanto creía que se lo diría si encontraba a alguien, vale que no con detalles, pero al menos saberlo.

-Ademas... no sabía que te gustase nadie- aquello la pilló completamente por sorpresa. Se puso completamente roja, como un tomate, cosa que la hacía parecer aún más infantil e inocente, más femenina incluso. Cogió la taza de té y se lo bebió de un trago, dándose tiempo para responder aquello. No podía soltarle que llevaba años detrás de él, podría darle un shock, o echarse a reír pensando que es una broma... no, seguramente Zen no se reiría de algo así... pero aún así temía decirselo.

-Ehm... Ya... bueno... es una tontería, ya sabes... hormonas, cosas... cosas de chicas y...y...- cada vez hablaba de manera más nerviosa, sin saber cómo salir del paso, así que solo se le ocurrió coger la taza y acercarsela a Zen con ambas manos, mirando hacia otro lado -¿T-tienes algo de leche?- su voz sonó como un susurro, muy suave e incluso tímido, el mismo tono que a veces usaba cuando conocía a alguien nuevo en sus tareas como heredera de los Shihouin.

- Ehm... Ya... bueno... es una tontería, ya sabes... hormonas, cosas... cosas de chicas y...y... - comenzó a hablar, casi tartamudeando por lo que fuesen nervios a la par que se ponía roja, alertando al moreno, que alzó ambas cejas sorprendido e incluso algo preocupado - ¿T-tienes aldo de leche? - terminó de decir tras terminarse el té de una sentada.

- Ehm... si, si... claro - Asintió suavemente, buscando una jarrita para llenarla con leche de su neverita - Pero... ¿estás bien? Te has puesto muy roja de repente, ¿no tendrás fiebre? - se atrevió a preguntar finalmente antes de volver a sentarse al kotatsu tras dejar la jarra a medio llenar en el centro, junto a la tetera.

-Ehm... si, si... claro... Pero... ¿estás bien? Te has puesto muy roja de repente, ¿no tendrás fiebre?- Zen estaba buscando una jarra para echar leche fresca mientras la muchacha, al escucharle, se puso más roja sin poder evitarlo.

El moreno se sentó una vez tuvo la jarra y la leche preparadas. Ella se sirvió algo de leche, con la cabeza agachada. Le costaba mucho abrirse a la gente en el campo más íntimo, en el sentimental, en los problemas,... Se ponía nerviosa y se bloqueaba.

-¡Si, si! Estoy bien no... no es... nada importante- susurró, mirando de reojo a Zen. Se mordió ligeramente el labio inferior antes de dar unpequeño trago a su taza -Es que... me pongo muy nerviosa cuando hablo de mis intimidades... y... y... se me suben los colores, ya sabes...

Esperaba expectante la respuesta, no queria que su amiga estuviese enferma, y si fuese el caso era necesario ponerle una solución rápido para evitarlo, pero al final resultaba no ser la ocasión según la respuesta qeu dió la teniente.

- ¡Si, si! Estoy bien no... no es... nada importante - susurró justo antes de dar un trago a su taza y volver a hablar - Es que... me pongo muy nerviosa cuando hablo de mis intimidades... y... y... se me suben los colores, ya sabes...

- Ah... no sabía yo eso... Ya sabes, como casi nunca nos ponemos serios - torció levemente el gesto, preocupado por haberla incomodado - Hagamos como que no he dicho nada, ¿vale? - sonrió, de esa manera tontorrona con la que solía hacerlo, intentando hacer que olvidase así la situación y dejase de estar tan nerviosa.

Sonrió de nuevo cuando le escuchó. Al menos no intentaba sonsacarle nada y eso la relajó muchísimo ¿Cómo iba a abrirle su corazón? Seguro que a él le gustaban chicas más altas y más mujeres que ella... Sí, ella al fin y al cabo aparentaba ser una dulce adolescente con la necesidad de que le labaran la boca con jabón.

-Sí, mejor- asintió, dando un nuevo trago a su taza de leche, tranquilamente, mientras le observaba en silencio.

Cuando se la acabó, de repente, se desapareció entre los pliegues de su ropa, saliendo de entre ellos una diminuta gatita blanca que saltó sobre la mesa, correteando hacia él, moviendo el rabito. No era más que un cachorrito dulce y adorable, con una vocecita de bebé que hacía que cualquier corazón se enterneciera al escucharla.

-Nyaaaaaaa ahora me está entrando sueñooooo.

- Sí, mejor - fueron las palabras que pronunció la albina al tiempo que parecia sentirse mejor, lo cual relajo al capitán, que sonrió contento por haber logrado resolver la situación sin meter la pata.

- Bien entonces - asintió, sin perder la bobalicona sonrisa de su rostro, dando un largo trago a su té mientras se sentía algo observado por su compañera shinigami, hasta que ésta se deshizo en sus ropajes. Nunca dejaba de sorprenderle aquella habilidad, incluso le había entrado la curiosidad de aprenderla solo para comprobar como funcionaba, pero nunca terminaba de llenarle la curiosidad como para molestarla con una tontería como aquella.

- Nyaaaaaaa ahora me está entrando sueñooooo - dijo al salir ya en su forma felina de entre su uniforme de shinigami, alegre y juguetona como siempre lo era cada vez que tomaba esa forma.

- Pobrecita. Si quieres te hago un huequecito en un cojín para que te eches una siesta - propuso el moreno tranquilamente. Al no ocupar mucho en ese estado no le preocupaba tenerla allí, y si a eso le sumaba el hecho de que era una buena amiga... poco le importaba terminar el trabajo en compañía.

-Pobrecita. Si quieres te hago un huequecito en un cojín para que te eches una siesta- la proposición a la gatita le pareció buenísima. Emitió un gracioso maullidito a la vez que posaba las patitas delanteras encima del brazo del Capitán, sosteniéndose entonces con las traseras simplemente, sin dejar de mover alegremente su pequeño rabito.

-¡Nya! ¡Me encantaría!- dijo alegremente, ladeando la cabecita y alzando graciosamente sus blancas y puntiagudas orejitas -Prometo no hacer ruidito y hacerte compañía mientras terminas lo que tengas que terminar.

Normalmente Ryo, al adoptar esa forma, se volvía juguetona, pero también le gustaba quedarse dormida en pequeños rincones que sus amigos le hacían o incluso debajo de los sombreros. El de Zen le parecía bastante cómodo, de hecho, y siempre que podía se colaba debajo de él y le acompañaba en sus caminatas asomando el hociquito por debajo del ala del mismo.

- ¡Nya! ¡Me encantaría! - dijo la gatita con ese distinguible tono infantil del que hacía gala en aquella forma - Prometo no hacer ruidito y hacerte compañía mientras terminas lo que tengas que terminar.

- Estupendo entonces - asintió sonriente el moreno, con los ojos practicamente cerrados bajo la sombra de su sombrero rayado, alzando el brazo en el que no estaba apoyada para, con el dedo indice, darle un par de toquecitos en la nariz a la pequeña felina - ¿te llevo o me sigues? - preguntó rascándola ahora tras ambas orejitas y la parte central de su pequeña cabecita, haciendo un continuo movimiento con tres dedos, como si tocase su propia guitarra. Sabía que le encantaba que la llevasen y la hiciesen caso con aquel aspecto de minima, pero tambien conocia la parte juguetona que la impulsaba a saltar tras la gente alegremente e incluso a veces de trepar por las ropas de sus allegados, dandola así opciones y dejando la elección en sus manos, en función de lo que mas le apeteciese en el momento.

-¿Te llevo o me sigues?- la gatita se había puesto vizca cuando Zen golpeó su naricita, moviendo el hocico graciosamente para evitar estornudar de repente. pero enseguida notó los hábiles dedos de su amigo rascar su cabecita y aquello la hizo empezar a ronronear, moviendo la colita graciosamente. Que la rascaran tras las orejas le encantaba, era algo que la adormecía y la hacía sentir como si aún fuera una niña pequeña recibiendo los cálidos mimos de un progenitor.

Tras deleitarse unos instantes con aquella sensación, saltó directamente al brazo de Zen y comenzó a trepar por él hasta su hombro, donde se acomodó cual alfombrita pequeña, agarrándose a la ropa con las uñitas para no escurrirse, ya que con los movimientos y el suave pelaje que tenía era fácil que ocurriera.

-¡Vamos! Siempre me ha gustado dormir aquí- dijo alegremente y era verdad. en el 11 normalmente su capitán no la dejaba hacer lo que quería, siempre estaba molestandola de mil maneras distintas, incluso se había llegado a sentir ofendida con algunos comentarios. pero en el 13, con Zen, podía estar tranquila y descansar, jugar o tomar té sin preocupaciones.

El moreno no pudo evitar reir al ver el espectaculo. ¿Donde se habría visto qeu una persona, por mucha formad e gato qeu tuviese, se comportase como tal y ronronease como reacción a unas cuantas caricias? Al parecer solo en ella, en su pequeña pero fiel amiga.

Una vez se enganchó a su ropa, el capitán se levanto despacio, intentando no hacer un movimiento brusco que pudiese desequilibrar a la felina en sus maniobras mientras trepaba y evitar asi una desgracia por una caida tonta. Una vez erguido, se acerco a coger uno de los cojines del kotetsu, uno grande y mullido, el que mejor estado tenía de la habitación, para colocarlo en su mesa de trabajo a modo de cama para pequeñita bola de pelo blanco.

- Ale, ya tienes sitio para descansar - rió suavemente mientras tomaba él asiento ante el papeleo referente al trabajo de su escuadrón, tomando antes de nada un par de regalices del recipiente que los contenia a decenas, tomando uno entre los dientes y apoyando otro en el cojín - y con eso tienes merienda - bromeó, soltando una leve carcajada. El regaliz estaba hecho en tiras grandes, con lo que comparado con el tamaño de bebé gato de su compañera podrían considerarse gigantes.

Zen había tenido la delicadeza de siempre al levantarse para evitar una pequeña desgracia y había cogido uno de los mejores cojines que tenía solo para ella. Movió el rabito alegremente al verlo; era quien más la mimaba y consentía siempre y eso la hacía muy feliz.

-Ale, ya tienes sitio para descansar- dijo el moreno una vez dejó el cojín, tomando asiento en su sitio. La gatita emitió un gracioso maullido y saltó de su hombro a la mesa y, de allí, correteó hasta subirse al cojín, pataleando sobre él antes de nada. Dio un par de saltitos y todo, soltando una risita, ya que con ese tamaño el cojín era como un sillón grandote para una persona normal.

-¡Arigatou! Es muy mullido- dijo alegremente mientras giraba sobre sí misma, emepzando a buscar la postura. pero, de repente, vio que Zen dejaba algo más sobre la almohada. Se acercó y lo olisqueó moviendo el rabito.

-Y con eso tienes merienda- ¡era regaliz! Se le escapó un nuevo y alegre maullido antes de darle un par de mordisquitos para probarlo. Se lo guardaría mejor para luego. Se tumbó al lado del regalín, hecha una bolita... De ese modo podía dormir no solo sobre un cojín de Zen, sino con el olor cercano que tanto le caracterizaba siempre: regaliz.