Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ...:::Conociendo a la nueva Capitana:::...Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

Le habían comunicado que otra mujer había sido nombrada Capitana y aquello la alegró bastante. Tener a otra mujer con el mismo rango era bastante bueno a la hora de hacer nuevas amistades, ya que normalmente las oficiales, por respeto, no la trataban con naturalidad y acababa sintiéndose un poco violenta.

Aquella tarde pasó por una tiendecita del primer distrito del Rukongai y compró unos cuantos dulces para presentarse allí a conocerla. Con estos en la mano caminó directa hacia el recinto, pensando cómo sería, si le caería bien y tendría una nueva amiga o, por el contrario, debería andarse con cuidado de hablar con ella. ya le había pasado alguna vez y no quería repetir aquella experiencia.

No tardó mucho en llegar a las puertas y traspasarlas, mirando el interior del reciento, con aquella sencilla decoración zen. Le gustaba. Miro alrededor, buscando a algún shinigami que pudiera indicarle dónde estaba el despacho de su capitana.

Ella había pasado la mayor parte de la tarde encerrada haciendo el papeleo, no era lo que más le gustaba de ser capitana, pero sabía que tenía que hacerlo ya que llevaba poco tiempo en su cargo y tenía que adaptarse a las nuevas circunstancias antes de delegar sus tareas en el teniente o en otro shinigami, por mucho que estuvieran preparados para ello, además le gustaba siempre estar al tanto de todo lo que pasaba en su escuadrón.

Pero ahora estaba sentada en el jardín, le gustaba sentarse allí y observar la tierra, eso le relajaba mucho, aún no había conocido a los demás capitanes puesto que no había tenido tiempo, aunque si estaba al día de que no era la única mujer que ostentaba el rango de capitana y eso la alegraba, no solía ser muy sociable con la gente, al menos en una primera instancia, tal vez con una mujer eso variara un poco, aunque como siempre se andaría con pies de plomo.

Se quedó un poco parada al ver a la mujer de cabellos rojos, pese a que dedujo enseguida quien podría ser por su exuberante atractivo y esa formalidad de venir a visitarla con pasteles, aun así no lo daría por sentado, al menos no todavía y se levantó de donde estaba sentada y se acercó a ella despacio sonriendo poniendo las manos a la espalda.

-Vaya, bienvenida al segundo Escuadrón, en que puedo ayudarla? –sonrió mirándola

La encontró sentada y su presencia pareció no pasarle inadvertida. la capitana del segundo escuadrón se levantó enseguida y se acercó hacia ella con tranquilidad. La pelirroja no pudo evitar dejar brotar de sus labios una amplia y dulce sonrisa mientras la miraba.

-Vaya, bienvenida al segundo Escuadrón, ¿En que puedo ayudarla?- preguntó la Capitana del segundo escuadrón. La había visto un par de veces a lo lejos, pero de cerca ganaba muchísimo en atractivo. Hizo una tranquila reverencia, como siempre, muy educada.

-Buenas tardes, soy Jigoku Nariel, Capitana del octavo Escuadrón. Venía a darle la bienvenida a la capitanía, a desearle suerte con el nuevo puesto y a conocerla un poco mejor- ensanchó su dulce sonrisa y entrecerró sus ojillos violeta. Cuando la pudo observar bien, se dio cuenta de que era incluso más alta que ella, cosa que era bastante curioso para ella. Normalmente las japonesas tendían a ser bajitas, como Ryo o Madoka -He traído unos pasteles para usted. Son de la pastelería más rica de todo el Rukongai.

Ella observo su sonrisa, y le devolvió la reverencia cuando ella se inclinó, la miraba atenta y curiosa, como siempre. Para ella conocer a nueva gente implicaba cierta timidez al principio, como en todo el mundo, solo que ella al ser algo más introvertida se cuidaba mucho de primero saber bien con quien hablaba por eso se centró en las palabras de ella:

-Buenas tardes, soy Jigoku Nariel, Capitana del octavo Escuadrón. Venía a darle la bienvenida a la capitanía, a desearle suerte con el nuevo puesto y a conocerla un poco mejor -

Eso si que hizo que se sonrojara y bajara un poco la mirada mordiéndose el labio, aunque le tendio la mano divertida alzando de nuevo la mirada hasta los ojos violeta de ella que le llamaron la atención, normalmente todo lo que era llamativo lo hacía, como su pelo rojo y sus exuberantes curvas.

- Yo soy Keiko, Keiko Hinamura, la capitana del segundo escuadrón, encantada Capitana Jigoku es un placer conocerla al fin, hemos andado de papeles…y aún no he podido hacer mi presentación – susurró

Observo que ella tenía una bandeja de pasteles y escucho su ofrecimiento - He traído unos pasteles para usted. Son de la pastelería más rica de todo el Rukongai.- Los miro y se le hizo la boca agua, se pirraba por el dulce, la encantaba y eso hizo que su sonrisa se ensanchara del todo y llegara hasta sus grises ojos

- Vaya capitana es usted muy amable, y si gusta, podríamos pasar y tomarnos los partes con un poco de té, si no tiene nada mejor que hacer claro –la miro esperando una respuesta afirmativa.

-Vaya capitana es usted muy amable, y si gusta, podríamos pasar y tomarnos los partes con un poco de té, si no tiene nada mejor que hacer claro- el opfrecimiento hizo que se sintiera mucho más contenta. Había causado una buena impresión a la nueva capitana y es lo que pretendía: tener una amiga siempre era bueno y de momento las cosas marchaban bien.

-¡Sí, claro! Me encantaría tomar un té con usted, así nos conoceremos mejor mientras tanto- tomó su mano suavemente para estrecharla en un ademán amistoso. Su piel era suave y cálida, ligeramente tostada -¡Ah! Y por favor, llámeme Nariel... con las formalidades acabo sintiéndome mayor y aún soy bastante joven- soltó una suave risita, muy dulce, antes de hacer un ademán con la mano para que keiko la guiara hacia el interior, ya que ella no había entrado nunca hasta el interior del escuadrón de las Fuerzas especiales.

-¡Sí, claro! Me encantaría tomar un té con usted, así nos conoceremos mejor mientras tanto- Se alegró enormemente de que ella accediera, pues no aguantaría mucho más sin meterse un dulce en la boca teniéndolos ahora tan cerca, aunque se la quedó mirando al sentir su suave tacto y su piel tostada que era un contrapunto con su propia piel, casi nívea. - ¡Ah! Y por favor, llámeme Nariel... con las formalidades acabo sintiéndome mayor y aún soy bastante joven-

-Vale, está bien, te llamare Nariel y no habrá formalismos si tú tampoco los tienes conmigo llamándome solo Keiko – Sonrió, porque a decir verdad odiaba que la trataran de usted, que era demasiado joven para ello aunque había demostrado tener bastante valía para estar donde estaba, no le gustaba sentirse mayor.-Asique vamos, te llevare a mi salón vamos…-

Se giró y sonrió de medio lado andando despacio por los jardines hasta su zona privada mirándola de reojo, le agradaba la capitana, y no solo porque la había traído dulces, sino porque al menos se había tomado la molestia de ir a saludarla, y eso contaba como un punto a su favor, aunque ella era bastante tímida, al menos lo era solo en principio, porque luego si se la conocía bien, pasaba a ser un amor de niña.

-Sabes, me alegra de que hayas venido, esto se estaba volviendo un poco aburrido, y con tanto papeleo, a veces no tengo ni tiempo de salir de aquí…y pese a que aquí se respire relajación…a veces agobia un poquito –sonrió divertida.

-Vale, está bien, te llamare Nariel y no habrá formalismos si tú tampoco los tienes conmigo llamándome solo Keiko- al parecer en algo más coincidían y es que a ninguna les gustaban los formalimos en situaciones normales como aquella. Mejor, seguro que así llegaban a congeniar antes y mucho mejor. Asintió suavemente y Keiko la invitó directamente a pasar hacia el interior.

El segundo escuadrón le gustó bastante al observarlo; se respiraba paz en aquel jardin zen, observando las curvas sinuosas que se dibujaban en la arena, las piedras perfectamente colocadas en los lindes de la misma... era una zona que invitana a la relajación y a la reflexión.

-¿Sabes? Me alegra de que hayas venido, esto se estaba volviendo un poco aburrido, y con tanto papeleo, a veces no tengo ni tiempo de salir de aquí…y pese a que aquí se respire relajación…a veces agobia un poquito.

-Es que el papeleo acaba siendo bastante aburrido- rio la pelirroja mientras se colocaba a su lado, con una amplia sonrisa -. A mi tampoco me gusta hacerlo, de hecho en cuanto me acostumbré al escuadrón, comencé a delegar funciones en mis subordinados más directos y así me queda tiempo para relajarme y poder visitar a mis conocidos y amigos en sus escuadrones- una nueva sonrisa afloró en sus labios. lo cierto es que Nariel solía pecar de vaguería, sobretodo si estaba cómoda. podía pasarse horas recostada entre cojines comiendo fruta y mirando las musarañas tan tranquila.

Tras unos instantes de silencio en los que se quedó un poco pensativa, volvió la mirada hacia Keiko, tranquilamente. Ya que ella la había invitado a pasar a tomar té, quería devolverle la invitación, tenderle también su mano.

-Por cierto, Keiko-san, estás invitada cuando quieras a venir a tomar té a mi escuadrón o a darte un baño en el onsen natural que tengo. Sin problemas, además, es público para mis chicos y la gente cercana a mi y nunca lo cierro para que esté a vuestra disposición-

-Es que el papeleo acaba siendo bastante aburrido- Asintió firmemente ante esas palabras, ya que llevaba toda la razón y no sería ella quien se la quitase.- A mí tampoco me gusta hacerlo, de hecho en cuanto me acostumbré al escuadrón, comencé a delegar funciones en mis subordinados más directos y así me queda tiempo para relajarme y poder visitar a mis conocidos y amigos en sus escuadrones-

-Claro –sonrió – ese es el problema, que es que aún no me he acostumbrado a esto…- asintió sincera pensando un poco mirando a otro lado acariciándose distraída el pelo, siempre que pensaba en cosas importantes lo hacía, tal vez fuera un gesto infantil que se le había quedado arraigado, y sonrió – Aparte de que digamos que no tengo aun conocidos ni amigos en los escuadrones, aunque espero irlos teniendo, pese a que sea algo introvertida y tímida algunas veces –se sonrojo un poquito.

Ella la invito al salón informal rojo de su zona de descanso y le tendió la mano para que se sentara en uno de los dos cojines que había en el suelo, mientras se giraba para poner un poco de agua en una tetera que tenía en la mesa que había a mano izquierda, donde portaba un fogoncillo para ocasiones como esa y se giró al oír la invitación de ella.

-Por cierto, Keiko-san, estás invitada cuando quieras a venir a tomar té a mi escuadrón o a darte un baño en el onsen natural que tengo. Sin problemas, además, es público para mis chicos y la gente cercana a mí y nunca lo cierro para que esté a vuestra disposición- Ella abrió los ojos, no se esperaba algo así, pero salir de esos jardines Zen podría ser divertido y más si era para darse un baño, por ejemplo nocturno, en el onsen de la octava y asintió.


-Vaya Nariel-san, será un placer para mi acercarme en algún momento a disfrutar de la hospitalidad del octavo escuadrón y de su capitana…puesto que esta me ha caído bien –sonrió y asintió mirándola.

-Vaya Nariel-san, será un placer para mi acercarme en algún momento a disfrutar de la hospitalidad del octavo escuadrón y de su capitana…puesto que esta me ha caído bien- aquello la alegró muchísimo. A veces solía causar tal impresión que o la respetaban de sobremanera o la temían debido a su apariencia ya que no era precisamente muy japonesa que se dijera.

-Vaya, me alegra saber que te caigo bien- dijo alegremente mientras la miraba, sentándose en uno de los cojines cómodamente, con cuidado de no sentarse encima de la bata y arrugarla demasiado -. Lo cierto es que tú también me hs caído bien, Keiko-san, y espero que podamos ser muy amigas.

Sonrió, si a todas luces la capitana no le caía nada mal, lo cierto es que le causaba impresión, más que nada porque nunca había conocido a una joven tan exuberante y bien proporcionada como ella, pero eso no quería decir nada más, que no le importaba seguirla conociendo, aunque para ella misma eso era un gran avance.

- Vaya, me alegra saber que te caigo bien - Sonrió, no tenía tendencia a mentir, asique...- Lo cierto es que tú también me has caído bien, Keiko-san, y espero que podamos ser muy amigas. - Eso si era una sorpresa, dado que ella no solía caer bien en un primer momento, o bien por su seriedad, o bien por su forma de ser…Aunque sonrió al oírlo.

- Claro que sí, podemos serlo…el té solo o con leche? –susurro echando un poco de té en dos tazas llevándolas a la mesita que había frente a los dos cojines y se arrodillo en uno de ellos dejando la bandeja de té entre las dos.

-Claro que sí, podemos serlo…¿el té solo o con leche?- preguntó amablemente la morena. Nariel se acomodó, quitándose la bata para estar más cómoda y dejándola bien doblada a un lado.

-Con un poco de leche, por favor, siempre sabe más dulce- una dulce sonrisa asomó e nuevo en sus labios mientras abría tranquilamente el paquete de los pastelitos, dejándolo en medio de la mesa tranquilamente -Tienes muy bien decorado todo esto, la verdad es que me gusta muchisimo ¿lo has elegido tú todo?- miró curiosamente a su alrededor, posando su violácea mirada en todo lo que iba viendo.

Tras unos instantes en los que se quedó anonadada observando el despacho de su nueva amiga, la volvió a mirar con una sonrisa, ladeando la cabeza.

-Por cierto, trabajas con Ryo-chan ahora ¿verdad?- preguntó de repente, sin perder la sonrisa -A veces puede resultar un poco bruta hablando o incluso arisca si está enfadada o estresada, pero es una chica muy buena. Solo es una niña que busca un poco de atención femenina, un poco de calor maternal. Seguro que también os lleváis muy bien las dos en cuanto os conozcáis bien.

Observo como se quitaba la bata y sonrio mientras a su propio te le echaba un poquito de leche y esperaba la respuesta de ella, hasta que dijo -Con un poco de leche, por favor, siempre sabe más dulce- eso la hizo sonreir, no a todo el mundo le gustaba el dulce y al parecer a esta capitana si, había tenido suerte ya que ella misma era una golosa de mucho cuidado, asique echo un poco de leche en el té de su compañera. Y observo golosa los bollos, tendiéndole a Nariel la tacita con el azucarero, ya que cada uno se lo pondría a su gusto.

- Tienes muy bien decorado todo esto, la verdad es que me gusta muchisimo ¿lo has elegido tú todo? -Permaneció en silencio y recorrio con la mirada ella misma sus instalaciones, lo cierto es que le había costado bastante terminar por decantarse por una decoración tan clásica, aparte de alguna que otra discusión con los oficiales de su escuadrón, pero como siempre había terminado saliéndose con la suya y estaba bastante orgullosa de su resultado asique asintió volviendo a centrar la vista en Nariel.

- Así es…Me costó un poco encontrar las cosas para ponerlo todo a mi gusto…Y ahora al parecer todo el mundo dice que he acertado, aunque mis oficiales en un primer momento no aprobaban lo de los jardines…- Se encogió de hombros porque si el resultado era bueno, eso era lo que más contaba.

- Por cierto, trabajas con Ryo-chan ahora ¿verdad? - asintió a esa pregunta, aunque aún no la había conocido en los ámbitos oficiales y sonrió -A veces puede resultar un poco bruta hablando o incluso arisca si está enfadada o estresada, pero es una chica muy buena. Solo es una niña que busca un poco de atención femenina, un poco de calor maternal. Seguro que también os lleváis muy bien las dos en cuanto os conozcáis bien.

- Aun no he tenido el gusto de conocerla, pero me han hablado muy bien de ella…Asique espero no tener ningún problema con ella…- sonrió mirándola y cogió un pastelito con nata y le dio un mordisco suspirando de placer al sentir el sabor en su boca sonriendo ampliamente –Vaya Nariel están riquísimos…-

Escuchó atentamente las palabras de la capitana, dando un pequeño sorbito a su té tras echarle un par de cucharadas de azucar. Al parecer la decoración si había corrido por su cuenta y le pareció estupendo... lo cierto es que tenía mucho gusto con la decoración.

-Vaya Nariel están riquísimos…- dijo la mujer tras darle un pequeño mordisco a uno de los dulces. Nariel no pudo evitar sonreir, recñinándose ligeramente hacia delante para coger uno.

-¿Verdad? Son de la mejor pastelería de todo el Rukongai... me llevó Ryo hace mucho tiempo. A mi me encantan, aunque suelo comprar más fruta que dulces, también es cierto- le dio un pequeño mordisquito al dulce que había cogido, saboreándolo -Y dime, Keiko ¿De qué distrito vienes?- no podía evitarlo, era una cotilla empedernida, o más bien le gustaba ir conociendo a la gente, que le contaran de ellos, quizá por el hecho de que ella no era capaz de recordar nada de su vida anterior, solo las desagradables pesadillas le daban alguna pista.

Ella sonrió masticando su dulce deleitándose con el sabor, tratando de paladear cada mordisco como si fuera el último, que para otra cosa no tendría mucho paladar, pero para el dulce y el té se consideraba una experta, aunque no alardeaba de ello, la gente que bien la conocía sabía que esos eran de sus puntos más débiles y se aprovechaban de ello, ya que nunca decía que no a un buen pastel.

- ¿Verdad? Son de la mejor pastelería de todo el Rukongai... me llevó Ryo hace mucho tiempo. A mí me encantan, aunque suelo comprar más fruta que dulces, también es cierto- Escucho atenta las palabras de la capitana y sonrió, también le gustaba la fruta, sobretodo la dulce, pero a eso sí que se podía resistir, a un buen dulce jamás, estaba contra sus principios. - Y dime, Keiko ¿De qué distrito vienes? - Vaya, esa pregunta la pillo desprevenida, por lo que se tomó su tiempo y termino de comerse el bollito, lo mastico despacio y lo trago sin mayor problema antes de contestar…

- Pues, algún día deberías decirme donde esta esa pastelería, creo que podría habituarme a pasar por ella casi a diario – Bromeo y sonrió aunque desvió la mirada al te que comenzó a mover despacio- Lo cierto es que vengo del tercer distrito…-susurro, ella si que recordaba algunas cosas de su vida pasada y la verdad es que algunas de ellas no la importaría olvidarlas – Me recogió una familia noble al poco de llegar y estuve trabajando para ellos…- Dijo sin darle demasiada importancia, aunque si sabia que tenia que dar gracias a su suerte...

-Pues, algún día deberías decirme donde esta esa pastelería, creo que podría habituarme a pasar por ella casi a diario- saber que los pasteles le habían gustado la ilusionó bastante, por lo que su sonrisa se hizo más amplia y dulce.

-Pues está en el primer Distrito, al lado de la tetería grande- aintió suavemente, dando un trago a su té -Si quieres uno de estos días vamos juntas ¿de acuerdo?

Al parecer la pregunta que Nariel le hizo a continuación la había tomado por sorpresa, pero la contestó sin problemas. Había caído en el tercer distrito y había sido acogida por nobles.

-Vaya, pues sí que tuviste buena suerte. Es normal que hayas llegado aquí tan pronto- dijo sin perder la sulce sonrisa de sus labios.

Ella la miro mientras seguía deleitándose con esos exquisitos manjares y sonrió entusiasmada cuando ella dijo - Pues está en el primer Distrito, al lado de la tetería mas grande –Ya que esa sí que la conocía, había tenido que ir allí muchas veces a comprar te cuando trabajo para los nobles, y de ahí su excelente gusto en el té, aunque dado que la familia era demasiado exquisita no comían dulces y no la dejaban pulular por ahí a su antojo, asique la pastelería no la conocía y sonrió aún más al oír –Si quieres uno de estos días vamos juntas ¿De acuerdo? – Y asintió con la cabeza entusiasmada.

Claro, sería un placer para mí, hace mucho que no salgo de aquí, con tanto entrenamiento y ahora todo ese jaleo del ascenso y…-sonrió levemente apartándose el pelo de la cara cogiendo su taza de té dándole un sorbito más largo a su te tomándose tiempo para seguir respondiendo, aunque ella se le adelanto de nuevo con el comentario de – Vaya, pues sí que tuviste buena suerte. Es normal que hayas llegado aquí tan pronto-

Eso la descoloco de nuevo y asintió, tenía razón había sido una suerte increíble el haber caído en uno de los primeros distritos, aunque arrugo la nariz ante el comentario de que por eso había llegado allí tan pronto, pese a que le quito importancia con un movimiento de cabeza, suponiendo que se refería al Sereitei y no al puesto que ahora mismo ostentaba ya que eso, sí que se lo había currado.

-Sí, lo cierto es que en ese aspecto…tuve bastante suerte…Y tú, ¿a cuál llegaste? – dijo sin perder la sonrisa de los labios.

-Sí, lo cierto es que en ese aspecto…tuve bastante suerte…Y tú, ¿a cuál llegaste?- aquello le sacó una leve sonrisa entre dulce y melancólica. No recordaba haber muerto ni cómo lo había hecho, simplemente recordaba haber llegado a un lugar lúgubre, lleno de gritos y llantos, sucio y maloliente.

-Yo aparecí en el distrito 78, en un callejón además- dijo tranquilamente mientras daba un traguito a su taza de té -Al principio lo pasé bastante mal... No es un buen lugar para nadie, demasiado bandalismo y gente sin escrúpulos. Pero un día, cuando pensé que tenía todo perdido y había decidido no seguir viviendo para evitar todo lo que me hacían cada vez que me encontraban, conocí a unos niños de allí... sabían cómo esconderse, pero nadie se ocupaba de ellos- en sus labios se dibujó una sonrisa ahora maternal mientras hablaba, recordando a aquellos pequeños tan dulces -. Ellos me devolvieron las ganas de luchar, de seguir adelante para que pudieran tener una vida mejor. muchos de ellos empezaron a manifestar hambre, como yo... así que me propuse entrar aquí para tener una oportunidad de slavarlos... y ya ves.

-Yo aparecí en el distrito 78, en un callejón además- Ella escuchaba atentamente mientras le daba un mordisco, a otro pastel. -Al principio lo pasé bastante mal... No es un buen lugar para nadie, demasiado bandalismo y gente sin escrúpulos. Pero un día, cuando pensé que tenía todo perdido y había decidido no seguir viviendo para evitar todo lo que me hacían cada vez que me encontraban, conocí a unos niños de allí... sabían cómo esconderse, pero nadie se ocupaba de ellos- Vaya aquella mujer sí que lo había pasado, mal…Pero ella se mantuvo en silencio con total expectación dándole un nuevo sorbito a su té. - Ellos me devolvieron las ganas de luchar, de seguir adelante para que pudieran tener una vida mejor. Muchos de ellos empezaron a manifestar hambre, como yo... así que me propuse entrar aquí para tener una oportunidad de salvarlos... y ya ves. –Abrió la boca sin saber que decir durante un rato

-Vaya Nariel, esa es una historia preciosa, y un gran motivo, sin duda, para luchar por aquello que más te importa – susurro perdiendo la mirada unos segundos – yo no tengo nada que me importe tanto como para superarme por ello…Solo me tengo a mí, pero eso siempre ha sido así…O yo me cuidaba a mí misma, o nadie lo haría por mi…Ya que lo único que he tenido en la vida…lo tuve que dejar para no fastidiarle con su familia…-susurro, aunque ahora que veía las cosas desde otra perspectiva, tal vez, estuviera luchando tanto por ser merecedora de algo que sabía que nunca tendría y por eso mantenía su mente centrada en la superación…Suspiro y le dio otro mordisco al bollo.

-Vaya, parece que también lo has pasado bastante mal... lo lamento de veras- alargo la mano para tomar la de la muchacha con suavidad, apretándola de manera maternar entre la suya mientras le dedicaba una dulce sonrisa -Pero... creo que haberlo pasado así nos ha hecho luchar por conseguir algo, una vida mejor, algo por lo que seguir adelante.... todo lo que pasa siempre pasa por alguna razón ¿No crees? Y si el premio a todo aquello es poder trabajar aquí y ayudar a que otras almas mejoren en su calidad de vida, ha merecido la pena- su sonrisa se ensanchó, irradianto una ternura infinita, igual que cuanod una madre intenta animar a su hijo tras haber sufrido una pequeña decepción. Y es que, más o menos se sentía así con todos ellos.

-Vaya, parece que también lo has pasado bastante mal... lo lamento de veras- aparto la mirada al oírla, en el fondo no le gustaba reconocer que lo había pasado mal, siempre se había hecho la dura aunque a veces, como todo ser humano flaqueaba y el gesto de Nariel de cogerle la mano la enterneció, pese a que no volvió la mirada y la siguió escuchando en silencio -Pero... creo que haberlo pasado así nos ha hecho luchar por conseguir algo, una vida mejor, algo por lo que seguir adelante.... todo lo que pasa siempre pasa por alguna razón ¿No crees? Y si el premio a todo aquello es poder trabajar aquí y ayudar a que otras almas mejoren en su calidad de vida, ha merecido la pena- Sonrió, asintiendo, tenía razón, siempre había que luchar, luchar por superarse, luchar por mejorar y eso era lo que la había motivado a seguir adelante.

-Eso es lo que nos tiene aquí no? –sonrió mirándola de nuevo – Nuestro afán de superación, o nuestro afán de protección es lo que nos ha hecho luchar día a día hasta llegar a donde estamos…Y yo, particularmente no me arrepiento…- asintió firmemente, ya que estaba demasiado orgullosa de lo que había conseguido hasta ahora.

Sonrió ampliamente al escucharla... tenía toda la razón, si había algo ue las tenía allí, en ese momento, eran su determinación, su afán de protección para con los suyos.

-Parece que nos parecemos más de lo que creíamos- soltó una pequeña risita mientras entrecerraba sus claros ojillos violeta, tan brillantes como dos piedras preciosas -Espero que podamos trabajar juntas durante mucho tiempo, con compañeras así da gusto, la verdad- se llevó la taza de té a los labios, dando un pequeño traguito con tranquilidad antes de coger un nuevo dulce.

-Parece que nos parecemos más de lo que creíamos- Sonrió mirándola, sí que le caía bien la capitana, si…Y eso que apenas la estaba empezando a conocer, pero parecía que tenían muchas cosas en común y eso la agrado -Espero que podamos trabajar juntas durante mucho tiempo, con compañeras así da gusto, la verdad- Se rio de nuevo al escucharla y asintió.

-Pues si, lo cierto es que suelo ser muy reticente a conocer gente…No suelo fiarme ni de mi sombra, pero aquí estoy descubriendo bastantes cosas sobre mí, que no me esperaba- susurro, pensando que había aprendido que era mejor trabajar en equipo y tener a alguien que te cubriera las espaldas, había aprendido a confiar en la gente y a ser un poco más sociable… Y eso la estaba agradando más de lo que se pensaba.

-Pues si, lo cierto es que suelo ser muy reticente a conocer gente…No suelo fiarme ni de mi sombra, pero aquí estoy descubriendo bastantes cosas sobre mí, que no me esperaba- Nariel no puedo evitar sonreír. Lo cierto es que conocía también esa sensación, pues en los últimos distritos, normalmente, no podías fiarte absolutamente de nadie. Pero el Seretei era distinto, o ella lo veía así, ya que en cierto modo era un tanto inocente y no se daba cuenta de que normalmente el poder corrompe y allí había demasiadas personas poderosas.

-Pues yo te animo a conocer a la gente, en serio. Hay shinigamis muy bueno entre nuestras filas y con los que puedes hacer muy buena amistad. yo tengo varios buenos amigos entre ellos y son los que siempre más me han ayudado- dijo alegremente, terminándose por fin su taza de té.

No pasó mucho tiempo hasta que se decidió a mirar el reloj. Estaba pasando una buena tarde pero, como era lógico, aún tenía trabajo que terminar por muy perezosa que se sintiera.

-En fin, Keiko, creo que es hora de que vaya a revisar si todo está en orden. Recuerda que puedes venir a mi escuadrón siempre que quieras; y si quieres un baño en el onsen también. Siempre está abierto- sonrió mientras se incorporaba, reclinándose para colocarse bien el hakama y luego el haori, que se le habían movido ligeramente de su sitio.