Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ...::: Excursión gatuna:::...Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

Le parecía tremendamente aburrida la mañana y estaba quedándose dormida sentada en el dojo mientras sus shinigamis rasos se entrenaban ¿Porqué eran tan débiles? ¡Así no había quien se entretuviera! Un nuevo bostezo acudió a su boca y la abrió de manera casi exagerada; incluso dos pequeñas lágrimas brotaron de sus claros ojitos. Tenía que salir de allí o acabaría más aburrida que de costumbre. Miró alrededor un par de veces y, cuando vio que nadie la prestaba atención, su cuerpo desapareció por entre las ropas.

De repente, de entre estas, apareció una bolita de pelito blanco, una linda gatita de no más de tres meses en apariencia, con unos enormes ojillos verdes ¡Eso ya estaba mejor! Ahora podría huir y no la pillarían. Miró nuevamente a los lados y salió a la carrera del dojo hacia la zona más arbolada de su escuadrón. Sua patitas se movían rápidamente al trote mientras se alejaba; al menos ahí fuera podria cazar bichos o mariposas y se le pasaría el tiempo rápidamente. Además, si había suerte, podría ver a alguien lo sufiecientemente tonto como para que la diera leche pensando que era una gatita perdida, o lo suficientemente grande como para trepar por su ropa ¡Eso sí que era divertido! Llegar tan alto que casi le diera vértigo mirar.

De repente algo llamó su atención. Sobrevolando por la zona había una bonita mariposa infernal que revoloteaba por encima de las pequeñas flores del jardín. la gatita soltó una pequeña risita, entre eso y un maullido, antes de agazaparse y comenzar a acercarse lentamente. Se arrastraba por la tierra, con el rabito en alto y las orejitas agachadas, esperando no hacer nada de ruido para no espantar a su presa. La mariposa se había posado encima de una pequeña florecilla y estaba a su alcance. Un saltito y podria cazarla con las patitas... ¡Zas! Se lanzó rápidamente y juntó las almohadillas de las dos patitas, intentando pillarla, pero la mariposa fue más lista y salió volando.

-¡Nya! ¡Nyo te escapes!- exclamó mientras comenzaba a corretear detrás del pequeño insecto, que parecía revolotear en zigzag para parear a la felina. Sin embargo aquello la divertía ¡Quería cazarla! el movimiento de sus alas la provocaba enormemente y, sin duda, aquella mariposita sería suya a no ser que alguien la pillara y la alejara de su presa.

Oculto a pesar de su gran tamaño, una figura observaba la operación de la gatita y contuvo una carcajada al ver que una triste mariposa infernal parecía ser una presa demasiado escurridiza. Dejó que la persiguiera un poco más, la mariposa parecía ir hacia él así que no habría necesidad de moverse más de la cuenta. Un par de saltitos más del felino y... ¡zas! Una manaza enorme apareció y la gatita desapareció dentro del puño, pero no apretó, no tenía intención de hacerle ningún daño.

- Creía que te había dejado al cargo del entrenamiento de los nuevos - dijo la voz Tatsumiya Daisuke -- Esto no se parece a un dojo, ¿no crees? Y tampoco veo a ningún otro shinigami por aquí.

Y abrió la mano dejando a la gatita de cara a él, y le sonrió.

- Eres un maldito trasto, no sé qué voy a hacer contigo...

Estaba tan absorta intentando cazar aquella mariposa que no fue capaz de esquivar la enorme prisión que se cernía sobre su diminuto cuerpecito. Enseguida se encontró atrapada entre una masa de carne, la cual intentaba abrir empujando con las almohadillas de sus patitas delanteras a la par que con el hociquito buscaba una manera de salir y tomar aire, maullando lastimera.

-Creía que te había dejado al cargo del entrenamiento de los nuevos- era la voz de su Capitán. Se quedó completamente quieta mientras agachaba las orejitas "Mierda, me ha pillado" pensó -Esto no se parece a un dojo, ¿no crees? Y tampoco veo a ningún otro shinigami por aquí.

Se sintió aliviada y hasta dejó escapar un suspiro cuando abrió la mano. No le gustaban los lugares cerrados ¡bastante encerrada estaba en casa normalmente!

-Eres un maldito trasto, no sé qué voy a hacer contigo... - puso la mejor carita de pena que pudo, agachando las orejitas y mirándole con sus grandes ojillos azules. con lo pequeñita que era aún tenía carita de bebé y su rabito blanco se movia desacompasadamente hacia los lados, en busca de compasión.

-Es queeee... ya saben mucho y... yo... vi una mariposa volando... ¿A que nyo me castiga? En el fondo soy muy buenya Teniente y lo sabe, capiiii- mimosamente empezó a restregar su cabecita contra su mano hasta caer de lado y poner las patitas hacia arriba, mimosamente, buscando jugar. Quizá la táctica de gatita mona y desvalida le valiera librarse de una bronca.

- Lo que eres es un trasto, eso es lo que eres... - repliqué.

La muy sinvergüenza intentaba engatusarme (qué apropiado dado su aspecto) otra vez, como si la hubiera conocido ayer. Me puse en pose de maestro alzando el dedo índice de mi mano libre en señal de explicación seria, aunque con gesto afable (como buen profesor enrollao!).

- Es muy importante supervisar el entrenamiento de los nuevos, si ya supieran todo lo que tienen que saber nos quitarían el puesto - dije con seriedad -. Y creo que es evidente que aún andan algo lejos de eso.

Mi mirada se tornó seria, mientras apoyaba la mano en la que no sostenía a la gatita en mi cintura, con el puño cerrado.

- Hay una gran razón por la que quiero que tú expresamente te ocupes de este entrenamiento y lo sabes - y una sonrisa pícara apareció en mi rostro -. Hace falta que sea un alto oficial para luego hacer los informes para comandancia y ¡así no lo tengo que hacer yo!

Y le saqué la lengua en plan gesto burlón, obviamente a mí tampoco me hacía ninguna gracia supervisar a los nuevos, pero ya que era el oficial de más alto rango podía delegar en ella. Ahhh, ajo y agua.

Se quedó quieta y atenta mirándole, moviendo de vez en cuando la aricilla al percibir nuevos olores en el ambiente. A medida que iba hablando, ella asentia, con las ojitas agachadas, hasta que las verdaderas intenciones de su capitán salieron a la luz ¡Sería posible! ¡La quería para que hiciera ella su trabajo! Alzó las orejitas y empezó a patalear en la palma de su mano, golpeándole con las suaves almohadillas enojada.

-¡Nyaaaaa! ¡Pero el papeleo es aburridoooo! ¡Y bastante tengo ya con lo mío!- la verdad es que era bastante gracioso ver aquella minina golpeándole, que no le hacía ni cosquillas, pero ella estaba enfadada y tenía que demostrarlo de alguna manera en la que sus vergüenzas no quedaran al descubierto por respeto a los demás shinigamis -Entrena a uno de esos para que los haga! Que yo tengo también que supervisar el dos y... y... tengo los papeles de mi casa y... y...- se le quedó mirándo un instante y, al ver que sus pataditas infantiles no servían de nada, se giró, levantando la cola, dándole el culete -¡Abusón!

Me eché a reír ante el pataleo de la gatita y le di un azotito con un dedo en el culete, en cuanto me lo ofreció tan amablemente.

- Entrena tú a uno y delega, ¡si ahora lo voy a tener que hacer todo yo! - dije riendo -. Pero los informes los seguirás teniendo que firmar tú, que para eso te puse de responsable ante la comandancia allá por... Bueno, creo que cuando te di el cargo más o menos. No me mires así, no me iba a poner a mí.

Me senté y me puse a la gatita en el regazo, rascándola las orejas, sabía que se le pasaría la rabieta, al menos por el momento.

- Hay que cuidar bien de esos chicos, fuimos el escuadrón con más bajas en la última guerra es lo que tiene ir siempre en primera línea - dije recordando por un momento a los buenos amigos que habían luchado conmigo en aquella guerra -. Hay que prepararse pronto para las fiestas que aún están por llegar y cuanto más fuertes sean nuestros chicos, mejor se lo pasarán, je.

La última guerra no había quedado bien conclusa, eso lo sabía todo el Seretei, y yo mismo tenía la sensación de que pronto volvería a haber movimiento. Una juerga que el undécimo escuadrón no se perdería por nada del mundo.

Dio un saltito hacia adelante cuando golpeó su trasero, sentándose sobre la palma de aquella enorme mano con mala cara ¡Le había dado en su culito gatuno!

- Entrena tú a uno y delega, ¡si ahora lo voy a tener que hacer todo yo! Pero los informes los seguirás teniendo que firmar tú, que para eso te puse de responsable ante la comandancia allá por... Bueno, creo que cuando te di el cargo más o menos. No me mires así, no me iba a poner a mí- no se le había pasado por la cabeza, pero mala idea no era.

-Bueno, mientras soooolo sea firmar nyo me importa- movió graciosamente la colita mientras su capitán se acomodaba. Enseguida se hico una bolita cuando comenzó a rascarla tras las orejas... le encantaba e incluso ronroneaba como si un cachorrito fuera, moviendo acompasadamente el rabito de un lado a otro, con tranquilidad. Eso sí que era vida.

- Hay que cuidar bien de esos chicos, fuimos el escuadrón con más bajas en la última guerra es lo que tiene ir siempre en primera línea - decidió no hacer ningún apunte al respecto. había visto morir a muchos compañers y a varios buenos amigos, lo que no la había sentado nada bien. De hecho, cuanto más triste estaba, más machaque físico solía darse hasta el punto de llegar a desmayarse por el cansancio. Sin embargo fue nombrar las fiestas y los males se le fueron completamente.

-¡¡Me encantan als fiestas!! Siempre se bebe, se rie, se baila ¡¡y las chicas nos ponemos muy monas!! Aunque como me toque venir con el traje imperial voy a morir asada cual pollito ¿Me dejas que vaya como teniente y no como lider, porfaaaa?- echó hacia atrás las orejitas mientras le miraba en busca de una respuesta positiva. Ponerse el traje de princesa no solo era un engorro y una pesadilla durante la fiesta, sino que encima no le permitía disfrutar de todo lo que pudiera ofrecérsele.

Fue hablar de fiestas y pronto la gatita se lo llevó al terreno clásico-festivalero. Daisuke sonrió.

- Por mí como si vienes en bolas, el caso es pasarlo bien, ¿no?- dijo con naturalidad -. Además, ¿tú has visto las pintas que me traen éstos a diario al escuadrón? Somos la panda con más frikis por metro cuadrado, te lo digo yo...

Se quedó un poco pensativo, una idea le llevaba rondando por la cabeza según iban hablando y, Ryo lo sabía, si se le metía una buena idea entre ceja y ceja, se haría de una forma o la otra, de eso sin duda.

- Que ya que hablamos de fiestas, ¿por qué no montamos una? - dijo de pronto -. Ha habido bastante movimiento de oficiales últimamente, hasta mi peque es teniente ahora. Sería bueno para conocernos todos y ya sabes lo que siempre digo: "para ganar la confianza de otro, hay que emborracharse o pegarse con él. Y si pueden ser ambas cosas, mejor". Puede ser divertido...

Hacía tiempo además que no había una fiesta en el escuadrón por la causa que fuera (la excusa siempre daba igual, el tema era hacer fiesta y punto), eso no podía seguir así.

-¡¡Ostras sí!!- exclamó de pronto, con una amplísima sonrisa en los labios. le gustaban las fiestas con sus amigos, le parecían mucho más divertidas que las que montaban solo los Capitanes o las familias nobles del Seretei, fiestas en las que tenía la obligación de ir como la futura lider de los Shihouin y no simplemente como Ryo -¡Me encanta la idea! Hay gente nueva y me gustaría conocerlos. Además, seguro que viene Nariel y luego me lleva a casa en brazos como siempre- solía cogerle a la gente un cariño especial dependiendo de cómo fueran: Daisuke, a parte de ser su capitán, era todo un "colega" como decía ella, Zen era su mejor amigo y Nariel algo así como una figura materna. El hecho de poder estar con todos ellos en una fiesta tranquila (o más bien todo lo tranquila que puede ser una fiesta en el Décimo primer escuadrón) la ilusionaba de sobremanera.

Pasó unos instantes en babia, pensativa, moviendo el rabito acompasadamente hasta que se le ocurrió una pequeña idea. miró al Capitán y entrecerró graciosamente sus gatunos ojitos.

-Ne, ne, Capitán ¿Hago invitaciones para los Escuadrones? Como tengo la imprenta de la revista a mi disposición puedo hacerlas!

Tal como esperaba a la gatita le encantó la idea, si es que le gustaban tanto las fiestas como a mí, qué se le iba a hacer. Me quedé pensativo cuando mencionó lo de las invitaciones.

- Bueno, pensaba en una fiesta para que pudiera venir todo el mundo, incluso shinigamis rasos si les apetece, ¿no serían muchas invitaciones? - dije algo pensativo -. Ya sé, haz invitaciones para tenientes y capitanes, que hay por ahí mucho estirado al que le encantan estas cosas de protocolo, y para el resto ¿se pueden imprimir posters grandes en la imprenta a modo de anuncio de la fiesta? Los podríamos pegar por todos los escuadrones para que se enterara todo el mundo...

Sería más fácil que imprimir invitaciones para todo el mundo, se tardaría demasiado tiempo en distribuirlas. Cuanto antes se hiciera la fiesta mejor, ya casi quería abrir la primera botella de sake.

- Recuérdame que avise también a Madoka, a ver cómo organizamos todo el tema de la comida si no...- dije de pronto.

Mi peque siempre se solía encargar (más bien, siempre le ponía ojitos para que se ocupase) de las tareas de cocina para las fiestas del undécimo escuadrón. La verdad es que había veces que se pasaba tanto tiempo aquí que era casi como uno más de mis hombres: elegía sus pinches, supervisaba la compra de víveres, pensaba todas las recetas de la comida que se repartiría en la fiesta y supervisaba su elaboración. "Aish, si es que es una joyita mi Mado-chan" pensé "Qué sería de nosotros sin ella...".

-¡Vale! haré entonces invitaciones para Zen, para Nariel, para el Comandante, para Mado-chan, para Keiko...- comenzó a enumerar, moviendo la diminuta cabecita con cada uno de los nombres que iba diciendo. Se incorporó sobre el regazo del capitán y comenzando a corretear por u pecho, trepando por su haori alegremente -Haré también grandes carteles para colgarlos en los Escuadrones, para que venga todo el mundo.

Le escudhó atentamente cuando volvió a hablar. Quería volver a pedirle a madoka que hiciera comida ¡Pobrecita! La tenía siempre currando para el Onceavo cuando de llenar estómagos se trataba. "Menos mal que a Mado-chan le gusta cocinar, que sino..." pensó, moviendo graciosamente las orejitas.

-Yo le diré a Nari-san que traiga algo de fruta, que siempre la encuentra rica y jugosa y con ello podemos hacer helados o cosas así. seguro que se apunta.

Escuché a la gatita mientras contaba uno por uno a los oficiales, asintiendo con aprobación mientras la gatita me iba escalando como hacía siempre.

- Perfecto, lo dejo en tus manos - dije -. Una cosa menos que hacer yo jejeje.

Sonreí ampliamente ante la propuesta de compinchar también a Nariel para que trajera fruta. Otra cosa no, pero ella siempre tenía la mejor de todo el seretei. "Bueno, la gatita y yo tenemos la mejor reserva de sake, no vamos a acapararlo todo" pensé.

- También se pueden hacer batidos o trocearlas para servirlas en cócteles, y seguro que a la peque se le ocurre alguna cosa más - añadí -. Va a ser memorable, habrá que irse poniendo manos a la obra... Además, tenemos que currárnoslo para emborrachar al comandante, eh? Creo que es de los pocos oficiales con los que aún no he bebido en serio y esto no puede seguir así.

Reí pensando en lo divertido que podría resultar aquello, seguro que a la gatita le parecía un buen plan.

Mientras él hablaba ella iba trepando hasta llegar al hombro, donde se hizo una pequeña bolita que a penas ocupaba lo mismo que una pelota de tenis peluda. Solía gustarle dormir debajo de sombrerios o en el escote de nariel, que estaba calentito. pero como dicen, a falta de pan...

-Con lo gigante que es no sé yo si no caerás borracho tú antes ¿eh?- rio suavemente, abriendo un ojito -Y deja de encasquetarle todo el trabajo a tu hija, que al final no va a tener tiempo de nada entre el trabajo y el vago de su padre- prácticamente como ella, que entre el trabajo y todo lo que tenía que hacer del clan y del Segundo Escuadrón a penas tenía tiempo para disfrutar de sus cosas, de ahí que aprovechara en el trabajo, cuanod no hacían mucho, para escaquearse y ver a las personas que quería.

Dejé que la gatita se acomodara, ya estaba habituado y no me molestaba en absoluto. Sonreí cuando mencionó el saque que podría tener nuestro querido comandante.

- Yo lo veo como un reto, ¿vas a decirme que no tienes curiosidad? - dije entre risas -. Además, igual descubrimos que es un buen compañero de juergas, ¿quién nos iba a echar la bronca entonces si nos vamos de farra con el mismísimo comandante? ¡Es perfecto!

Cuando mencionó a Madoka no pude sino dejar entrever una sonrisilla.

- No tiraría tanto de ella, pero sé que en el fondo le encanta - comenté -. La verdad es que se hizo shinigami por mí, y ha demostrado tener talento no lo dudo, pero a veces me pregunto si no se equivocaría de profesión. Deberías pasarte por las cocinas cada vez que prepara una cena o un cumpleaños, es más feliz que una perdiz. Esto en el fondo no dejará de ser una cena de pinchoteo, así que complicado no será. Ya me encargaré de que tenga suficientes hombres para que no se vuelva loca, que tampoco soy un negrero. Sólo lo justito, jeje.

Escuchó atentamente las palabras de Daisuke, asintiendo con la pequeña cabecita pero sin moverse de su nuevo emplazamiento, que bien agusto que estaba.

-Bueno, si a ella le gusta entonces no he dicho nada- cerró los ojitos tranquilamente. No solía meterse tampoco en asuntos de familia, pero sabía lo cansino que era a veces que un padre te obligara a hacer las cosas que él quería... Sobretodo a ella, que odiaba las formalidades y sin embargo, cuando debía, era la perfecta noble, cosa que detestaba. En esos momentos hasta se pegaría a sí misma "Menos mal que no me han visto así mis colegas, que vergüenza" suspiró un poquito y movió la cola tranquilamente -Pues mañana mismo hago el cartel y lo reparto por todos los escuadrones.

- Así me gusta - dije y me levanté de pronto, comenzando a caminar de nuevo hacia el Dojo -. Y ahora vamos a ver qué tal van los novatos. Igual me animo y le doy alguna hostia a alguno, a ver si espabilan rápido.

Me reí ante la perspectiva, los pipiolos nuevos aún solían acojonarse al verme y pronto aprenderían a hacer lo mismo cuando vieran a la gatita. A veces me daba envidia ese factor sorpresa suyo, pero cuando uno tenía un cuerpazo como el mío no puede pasar desapercibido. "No se puede tener todo, je" pensé.

-Con tus hostias más que espabilarles les vas a dejar tontos- dijo con una risita, poniéndose de pie encima de su hombro y agarrándose bien con las uñitas a la ropa para no caerse y pegarse el golpe del siglo. La perspectiva de ver a los muchacho entrenar otra vez no la entusiasmaba mucho, pero si se metía el capitán de por medio siempre era más divertido: acababan volando todos por los aires mientras él les gritaba para que se levantaran: todo un numerazo.

Se estiró felinamente y bostezó dejando escapar un leve maullido, como el de un cachorrito de gato. Se había acostumbrado tanto a aquella forma que, cuando la adoptaba, se comportaba exactamente igual que uno. Incluso le gustaba intentar cazar bichos e incluso pajaritos, y más aún colarse entre las ropas de los que conocia para estar calentita en los días fríos. Pero, sin duda, adoraba dormir bajo el sombrero de su mejor amigo.

Abrí sonoramente las puertas del dojo, pero ya les había cogido el punto para no romperlas cada dos por tres. Los hombres pararon y se volvieron hacia la gatita y hacia mí en posición firmes.

- ¿Qué hacéis ahí parados? - dije con tono jovial -. Venga, ¡al lío!

Y todos volvieron al entrenamiento, mientras me acomodé en un rincón con buenas vistas observando. "A ver si alguno de los nuevos merece la pena que me levante" pensé mientras les veía pelear.

- No duermas tanto y observa - dije a la gatita -. ¿Qué opinas de los nuevos?

Y señalé a un par de recién llegados que estaban peleando, espada contra espada. Ponían mucho empeño, pero sus habilidades necesitaban bastante pulido. "Deberían aprender a pelear con los puños y luego pasar a las espadas" pensé "Esos de la academia no tienen ni idea de enseñar a luchar". Cuando se peleaba con las manos uno aprendía a valorar de lo que era o no capaz y así comenzar a mejorarse, no escondiéndose detrás de un bokken o una katana.