Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ...::: De paseo por el Rukongai:::...Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

Sonrió y asintió, crujiéndose el cuello, y esperando que, en el trayecto de vuelta diese suficiente el sol como para que se secase su ropa. Dedicó una cálida sonrisa a Nariel, frotándose la parte izquierda del cuello con la mano derecha.

- Claro, por supuesto... Lo mismo, digo, vaya... en el Primer Escuadrón tenemos poco más que mesas de shogi y algunos jardines de meditación pero... siéntete libre de venir cuando quieras.

Tras inclinar la cabeza a modo de despedida, empezó a andar, no sin mirar una ultima vez por encima del hombro, sonriendo al mirar a Nariel.

-¡Claro! Le haré alguna visita, eso no lo dude, Comandante- hizo una reverencia, cortés como siempre, antes de observar cómo se marchaba hacia el Seretei, devolviendole la sonrisa y un suave movimiento de despedida con la mano cuando éste se volvió por última vez.

Tras suspirar una vez, sin perder la sonrisa, se giró tranquilamente hacia los niños para ayudarles a terminar de lavarse. Tenía que darse prisa también y volver a su puesto de trabajo antes de que alguien tuviera que ir a buscarla y llevarla a rastras hacia allí.